viernes, 22 de agosto de 2008

Todo cambia

Si hay algo a lo que nos hemos acostumbrado es al cambio. Así que nada sorprende una canción que se titule “Todo cambia”. Lo que si sorprende es escuchar a dos presidentes de gobierno cantarla y bailarla (con más o menos acierto). Fue el 15 de augusto en Asunción, y el dúo estuvo formado por Fernando Lugo, nuevo presidente paraguayo, y Hugo Chávez. Nos preguntábamos si influye o no quién canta una canción así que además de la versión Lugo-Chávez os pasamos otro link donde es Mercedes Sosa quién canta. Las diferencias son notables y también las similitudes.


Más allá de la anécdota, el momento era histórico. Después de 61 años un nuevo partido (una alianza de partidos) accedía al poder en Paraguay, un país relativamente pequeño e ignorado en la política internacional. El nuevo presidente, ex-obispo de la Teología de la Liberación, ha sido capaz de entusiasmar de nuevo a los paraguayos con la idea de que el cambio es posible.

Aunque la gente sabe que el cambio es difícil se percibe cierta esperanza y se espera que el nuevo gobierno no defraude. Todo cambia y ojalá que para Paraguay sea a mejor.

miércoles, 20 de agosto de 2008

De vuelta a Buenos Aires

Acabó nuestro verano europeo (europeo porque coincidió con julio y agosto) y ya estamos de vuelta a Buenos Aires, en pleno invierno. Como nos sorprendió que muchos de vosotros nos preguntaseis por el blog, así que vamos a volver a actualizarlo y escribir algo más.

Es extraño esto de vivir con la estaciones cambiadas y pasar del verano al invierno. Pero debemos decir que hasta ahora no ha sido duro, al menos nada que un buen abrigo no nos haga soportar. Además es en invierno, cuando creo, que Buenos Aires es más Buenos Aires. Es más gris. Es mucho más meláncolica, sin duda. Muchos de los enormes árboles de la ciudad se quedaron sin hojas, pero ahí siguen las ramas viendo el pasar de las estaciones y mostrando el interior que habían ocultado el resto del año. Como la ciudad misma.

Creo que si hay algo que caracteriza a Buenos Aires es la nostalgia. El estar tan lejos de casi todo, el haber sido un puerto y ciudad de inmigrantes, imagino que ha contribuido a hacerla así. También puede que la sensación de nostalgia no venga de la ciudad, sino de nosotros mismos, que tanto de menos echamos los momentos con amigos y familia.

En Buenos Aires parece que todo a vuelto a sus inicios. Como en el ciclo de las estaciones, el conflicto con el campo ha amainado. Estuvimos fuera en uno de los momentos que sin duda se han vivido como de los más significativos en su historia reciente: la decisión del vicepresidente Cobos de votar en contra del propio gobierno. Los Kirchnner han dilapidado mucho del capital político que habían acumulado en los años anteriores. Y lo que se había planteado como una política de redistribución de la renta, algo que en principio debería haber sido aceptado por la mayor parte de una sociedad tan desigual como la Argentina, ha sido rechazado por la mayor parte de los argentinos. El peso se está revalorizando, la inflación no para, los capitales que salieron durante la crisis no han vuelto, el Estado ha comprado Aerolíneas Argentinas pero poca gente sabe qué significa exactamente, y la construcción se ha ralentizado. El pesimismo vuelve, o al menos se percibe.

El sube-baja porteño sigue. Con sus incertidumbres y con esa melancolía, que hacen ser a Buenos Aires lo que es: probablemente una de las ciudades más extrañas que conozco. De ahí parte su encanto, de la nostalgia.